Tan grande es, oh María, el cuidado que tenéis de los afligidos, que se puede creer que no tenéis otro deseo que aliviarlos ni otra ocupación que consolarlos.» San Buenaventura.
Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Publicar un comentario